sábado, 30 de junio de 2012

Saber la verdad...




Cuando te enterás de la verdad, podés elegir que hacer con ella. podés negarla o podés aceptarla.

Busqué desesperadamente la verdad, esa misma verdad que me dió miedo escuchar.

Si niego la verdad va a ser mi responsabilidad cuando me explote en las manos.

La verdad libera, porque una es dueña de hacer con ella lo que quiera... incluso negarla.

Ya está, ya sé la verdad, ahora que ya no hay nada que ocultar

¿que voy a hacer? ¿Ponerme a llorar, que puedo esperar?


No quiero desperdiciar ni un segundo y eso es lo que quiero con mi vida..
Ya sé la verdad, ahora puedo llorar o puedo conservar la alegría.

La verdad no se interpela, no se pregunta, llega sola, 

me arrincona y muchas veces no hay una respuesta.

La verdad a veces, no dá certezas, sino algo mucho más peligroso: dudas.

La verdad me asusta. La verdad me despierta, sacude y paraliza.
La verdad desnuda, incomoda.

La verdad libera y confunde.

Pero la verdad también me dá la fuerza para afrontar lo que llegue con alegría.

La verdad a veces duele, pero sin lugar a dudas, saber la verdad es, fué y será… lo mejor siempre.

Luego yo decidiré que hacer con ella




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