Buscaba en su mirada
ese lugar de serena calma
qué deseaba el alma mía,
fué cielo e infierno
la historia que nos unía.
Debía hurgar en silencios
eternos y desamorados
para encontrar las palabras
qué se apiadaran
de mi espíritu ilusionado.
Fué un ángel disfrazado
en el abrazo cuando lo sentía
endemoniado al desplegar la ira
una hoguera candente es su tiranía.
Sentimientos contradictorios
afloraron amargos como la hiel
herian sin piedad a los cuatro vientos
conquistador que atraía
como abeja a la miel con su sonrisa
Angel y Demonio en macabra cacería.
Nora Adriana